lunes, 13 de febrero de 2017

DESCUBRIENDO EL LIBERALISMO


Durante el Congreso que celebró mi partido, Ciudadanos, se habló mucho del concepto liberalismo. Se escribió mucho acerca de ello antes, durante y después de la celebración del evento. Yo, ignorante consciente como soy de muchas cuestiones políticas, desconocía qué hay detrás de este término, así que, movido por la curiosidad, me dispuse a investigar un poco sobre ello. Lo primero, como hace la práctica mayoría de los mortales actualmente, fue acudir a la Wikipedia, en la cual encontré la siguiente definición:
El liberalismo es una filosofía política que defiende la libertad individual, la iniciativa privada y limita la intervención del Estado y de los poderes públicos en la vida social, económica y cultural.
Completamente de acuerdo con esta afirmación. Voy por el buen camino, porque, además, mi manera de pensar está alineada al 100% con la misma. Sin embargo, en vista de que no resolvía todas mis dudas (al contrario, me creaba más), compré y leí un libro que me pareció que iba a resolverlas de un plumazo.


El título no dejaba lugar a dudas. Supuse que se trataría de un manual completo para iniciarse en esta filosofía que, además, no era muy largo, con lo cual lo leí con avidez. Mi gozo en un pozo. Este libro ofrece una visión histórica del liberalismo, habla de su génesis, de las diferentes corrientes que ha habido y de sus principales teóricos. Vamos, que no es lo que yo buscaba, aunque algunas pinceladas ofrece. 
Para ser sincero, tampoco puedo decir que no me haya gustado. Sirve para ampliar mi cultura general, pues después de su lectura, ya me suenan los nombres de pensadores como David Locke, Adam Smith, John Stuart Mills y otros muchos. Y también me ha quedado claro que esto del liberalismo no es un pensamiento nuevo, sino que ya en los textos de Platón y Aristóteles se podían encontrar algunos rasgos liberales. 
Sin embargo, el relativo fiasco no hizo más que acrecentar mi interés por conocer cómo se aplica el pensamiento liberal a la política de hoy en día. Así que seguí buscando...Y por medio de Twitter, me llegó esta recomendación:


La experiencia anterior me sirvió como escarmiento, de tal manera que antes de gastarme más dinero en un libro que no sabía si, esta vez, iba a satisfacer mis necesidades, investigué un poco acerca del autor. ¡Hombre! Se trata de un autor actual, con lo cual era más que posible que fuese lo que yo buscaba. Lo compré, lo leí... ¡y me entusiasmó!

No voy aquí a desvelar todas sus virtudes. Sí recomiendo a todos aquellos que estén interesados en saber algo más sobre esta teoría política que lo compren y lo lean, porque se trata de un texto ameno, relativamente sencillo de leer y, sobre todo, muy clarificador, con propuestas e ideas concretas. No me resisto a reproducir aquí dos extractos que, seguro, os harán reflexionar, tal y como me sucedió a mí. El primero de ellos lo encontramos en la misma introducción del libro, cuando refiriéndose al movimiento ciudadano del 15M afirma que:
la indignación se dirigía contra un presunto acontecimiento (el achicamiento del sector público) que siglos atrás hubiese sido motivo de celebración y regocijo colectivo entre los ciudadanos. En su momento, los hombres libres no luchaban por agrandar el tamaño y el poder del Estado, sino por reducirlo a su mínima expresión. Lo que los indignados consideraban un fundamentado casus belli contra el conjunto del sistema, habría sido reputado por esos hombres libres de antaño como la más básica de las conquistas sociales

Y este segundo fragmento. que encontramos al comienzo del primer capítulo:
El Estado es coacción, violencia. La inmensa mayoría de la gente se opone de manera instintiva al ejercicio de la violencia pero, paradójicamente, aprueba sin reservas la existencia del Estado. Todo el mundo rechaza los trabajos forzados pero, en varios países occidentales, la mayoría de la población sigue aceptando el servicio militar obligatorio; todo el mundo rechaza el robo con intimidación, pero la mayoría de la gente sigue aceptando la legitimidad de los impuestos y la amenaza del uso de la fuerza contra aquellos que se nieguen a abonarlos; todo el mundo rechaza que una compañía nos cobre por unos servicios que no le hemos demandado, pero la mayoría acepta que el Estado nos fuerce a pagar el sistema educativo estatal aunque queramos utilizar otros centros de enseñanza; todo el mundo rechaza que un empresario contrate a unos mafiosos para que fuercen el cierre de sus competidores, pero muchos aceptan que el Estado establezca monopolios públicos o que restrinja coactivamente la libre competencia repartiendo licencias de exclusividad entre aquellas personas a las que él escoja.
No sigo. La verdad es que el conjunto del libro no tiene desperdicio. Quizá, por hacer alguna crítica, en algunos aspectos me parece demasiado utópico, con propuestas ciertamente irrealizables. Pero, a pesar de eso, me ha servido para cumplir el objetivo que perseguía yo cuando lo compré: entender mucho mejor en qué consiste el liberalismo y qué políticas servirían para implantarlo hoy en España.

A modo de conclusión: una lectura muy recomendable para todos los Ciudadanos como yo. Y también (¿porqué no?) para cualquier español, independientemente de que simpatice con una u otra ideología política.


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