martes, 29 de agosto de 2017

EL COMPLEJO MUNDO DE LAS RELACIONES

                                                    * Procedencia de la imagen

Las relaciones interpersonales son complicadas. No descubro nada nuevo con esta afirmación, seguro. Y si añado que la convivencia todavía lo es más, tampoco aporto novedad alguna. En cualquier ámbito, sin excepciones: matrimonio, trabajo, familia, amigos… Estas vacaciones recién terminadas han estado marcadas de un modo significativo para mí por las relaciones, tanto mías personales como de mis allegados, lo cual me ha animado a hacer esta reflexión.

Hay un aspecto íntimamente relacionado con toda relación: el conflicto. El conflicto es algo inherente a las relaciones. Inevitablemente, antes o después aparecerá. Resulta imposible esquivarlo, pero lo importante no es eso, sino aprender a resolverlo. Incluso puede ser constructivo y positivo si se concluye de tal forma que ninguna de las partes implicadas se perciba a sí misma como perdedora.

Por mi experiencia, tanto a nivel personal como profesional, la mayoría de los conflictos suelen surgir por malos entendidos y como consecuencia de la falta de diálogo. Y, precisamente, la causa nos podría servir también como solución. Es necesario dialogar para encontrar un punto de encuentro que nos ayude a dar por terminado el problema. Hay que hablar con claridad, pero también con educación y respeto. Y tan importante resulta esto como saber escuchar al otro, sin interrumpirle, dejando que termine sus argumentaciones, poniéndose en su lugar y haciendo un esfuerzo por comprender su punto de vista. Recomendación: no habléis nunca “en caliente”, dejad que pase un tiempo para que se enfríen vuestros ánimos, porque de lo contrario, solemos decir cosas de las que luego nos arrepentimos.

Las relaciones entre adultos son complicadas porque entran en juego factores como el rencor,  el orgullo o la intransigencia, enemigos fatales a la hora de resolver un conflicto pacíficamente. Esto no sucede cuando los problemas se dan entre niños.  Aun a riesgo de que se me etiquete de machista, me parece que los chicos son bastante más simples que las chicas en sus relaciones, pero esto sería tema de otra reflexión y no voy a profundizar ahora en ello. Sin embargo, y esto lo he podido comprobar tanto a nivel personal como en la escuela, las cosas se complican siempre cuando los mayores interfieren en las relaciones de sus hijos. No somos conscientes del perjuicio que solemos generar y de las dificultades que añadimos cuando, inevitablemente, nos ponemos de parte de nuestros hijos de un modo tajante y creyendo "a pies juntillas" su versión de los hechos. 

Y aunque estos conflictos nos provoquen la tentación de abandonarlo todo e irnos a vivir como ermitaños en una montaña, para bien o para mal, los humanos somos seres sociales. Nos necesitamos los unos a los otros, incluso me atrevo a decir que nos queremos (a unos más que a otros, también es cierto…). En fin… ¡cuidad vuestras relaciones y sed felices!


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